¿No hay límites, Juan? -pensó-. Bueno, ¡llegará entonces el día en que me apareceré en tu playa, y te enseñaré un par de cosas acerca del vuelo!
Y aunque intentó parecer adecuadamente severo ante sus alumnos, Pedro Gaviota les vió de pronto tal y como eran realmente, sólo por un momento, y más que gustarle, amó aquello que vio.
¿No hay límites, Juan?, pensó, y sonrió. Su carrera hacia el aprendizaje había empezado.
Richard Bach
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