
Vuelve aquel recuerdo
que, como graznido atronador, sonaba
insistentemente.
Él mirándome,
no contestando,
yo no haciendo nada,
observándole.
Entre el antes y el después
hubo una pausa muy larga
en la que él no supo silenciar al cuervo
que me hizo salir, por fin, de la ignorancia.
Dicen que la interesada es...
la última en enterarse.
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