Hoy me pasó algo desconcertante:
Iba paseando con mi madre y nos encontramos con una conocida de ella.
Se pusieron a charlar sobre los viejos tiempos. Ya sabes lo qué pasa cuando dos personas hace tiempo que no se ven y se ponen a recordar momentos del pasado. Hasta ahí todo bien. Luego pasaron a hablar de la familia -que me pareció natural, también-.
Pero lo sorprendente fue lo que vino a continuación.
La señora se gira hacia a mí y me suelta algo así como:
¿Por qué no te casas con mi hijo. Me gustaría que lo conocieras. Está separado, pero eso no importa porque os podéis casar por la Iglesia -así, sin más, me lo soltó-.
Yo debí de quedar con cara de tonta -porque es la que le suele quedar a una en semejantes circunstancias-.
Sólo pido que la próxima vez que nos topemos con ella, no vaya con su hijo.
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