Los ojos de Esteban Arkadievich brillaron alegremente al
recordar aquel sueño. Luego quedó pensativo y sonrió. ¡Qué bien estaba todo! Había
aún muchas otras cosas magníficas que, una vez despierto, no sabía expresar ni
con palabras ni con pensamientos. Observó que un hilo de luz se filtraba por
las rendijas de la persiana, alargó los pies, alcanzó sus zapatillas de tafilete
bordado en oro, que su mujer le regalara el año anterior con ocasión de su
cumpleaños…
León Tosltoi
No hay comentarios:
Publicar un comentario