Me cuenta una amiga que este año ha cenado casi cada noche en la playa, que se está genial a esa hora, que van sin mesa, con las toallas, y que encima de las cestas de la playa ponen el táper. Que es como un picnic, en el que en vez de hierba, hay arena.
Me dice que dentro de sus posibilidades, disfruta a su manera, sin grandes cosas. Que solo hay que sentirlas y vivirlas, nada más. Que las cosas más sencillas son para ella las más bonitas: una puesta de sol, una ola, una nube...
Y me acaba diciendo: No se... ¡Hay tantas cosas bonitas para los ojos, para guardar dentro de una misma!
Me impresiona su forma de transmitírmelo. Me traslada a su entorno en un momento y me hace sentir lo que ella siente, mientras me va enseñando unas fotos
Aquí dejo una de ellas. Se la he pedido prestada.
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