Bajo la flor, la rama
sobre la flor, la estrella
bajo la estrella, el viento
¿Y más allá? Más allá ¿no recuerdas?, sólo la nada
la nada, óyelo bien, mi alma
duérmete, aduérmete en la nada
si pudiera, pero hundirme.
Ceniza de aquel fuego, oquedad
agua espesa y amarga
el llanto hecho sudor
la sangre que en su huida se lleva la palabra
Y la carga vacía de un corazón sin marcha.
De verdad ¿es que no hay nada? Hay la nada
Y que no lo recuerdes. Era tu gloria.
Más allá del recuerdo, en el olvido, escucha
en el soplo de tu aliento
Mira en tu pupila misma dentro
en ese fuego que te abrasa, luz y agua.
Mas no puedo. Ojos y oídos son ventanas
Perdido entre mí mismo no puedo buscar nada
no llego hasta
María Zambrano
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